En un frío y lluvioso Domingo de Febrero de 1929, un grupo de hombres Latinos enfundados en elegantes trajes y canotiers se reunieron en un salón de convenciones de Corpus Christi, Texas, listos para forjar un nuevo grupo latino de derechos civiles.
La mayoría de los hombres, unos 175 en total, eran veteranos Mexicoestadounidenses de la Primera Guerra Mundial. A su regreso a casa una década antes, encontraron una pequeña pero próspera clase media Hispana en el sur de Texas, donde ayudaron a formar tres de las organizaciones de derechos civiles más destacadas de la región. En esta ocasión, los hombres se disponían a fusionar sus grupos a fin de formar la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos, o LULAC, con la esperanza de aprovechar mejor sus recursos para combatir el racismo y elegir líderes políticos que representaran a sus familias y sus intereses. Se trataba de ideas radicales. En aquella época estaban en vigor las leyes de Jim Crow, los impuestos electorales les impedían votar a muchos negros y Mexicoestadounidenses y algunos restaurantes colgaban en sus puertas carteles que les prohibían la entrada a perros y Mexicanos.
Cuando los tres grupos de derechos civiles —la Orden de los Hijos de América, los Caballeros de América y la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos— se unieron para formar LULAC en 1929, la emigración de cientos de miles de mexicanos tras la Revolución Mexicana despertaba temores entre la población angloamericana del sur de Texas. Para ganar poder político y contrarrestar el racismo, LULAC animó a los tejanos de ascendencia Mexicana a adoptar un modo de vida Estadounidense, nacionalizarse y aprender inglés.
Nuestros miembros expresaron una lealtad inquebrantable a los Estados Unidos, aunque algunos provenían de familias que habían estado en la región mucho antes de que la frontera sur fuera atravesada por sus tierras, y algunos habían soportado años de terror racista.
Benjamín Márquez, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Wisconsin-Madison y autor de un libro en el que se traza la historia de LULAC, afirmó que, aunque nuestros miembros nunca rechazaron su herencia Mexicana o Latina, nos mantuvimos coherentes en nuestra lealtad Estadounidense, independientemente de que el presidente nacional de LULAC fuera Republicano o Demócrata. LULAC todavía marca su reverencia por los Estados Unidos en su emblema, una cresta de tres puntos con rayas rojas y blancas y 13 estrellas que representan cada una de las colonias originales. Nuestros concilios recitan una oración de George Washington para abrir todas nuestras reuniones, pidiendo a Dios que proteja a los Estados Unidos y nos bendiga “con honorable industria, buen aprendizaje y modales puros”.
LULAC: The Evolution of A Mexican American Political Org